Haciendo Magisterio

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domingo, 27 de marzo de 2016

LA COHERENCIA COMO 
PRÁCTICA POLÍTICA PERMANENTE

La crisis de la política peruana es histórica. Junto a la república, nació endémica. La historia nos muestra ejemplos innumerables de gobiernos civiles o militares con sellos de corrupción, entreguismo, transfuguismos y actuación sin principios ni identidad patriótica. Es decir, ausencia de vocación política.


Como es lógico, la crisis de nuestro tiempo nos hace sentir que es muy grave. La investigación con técnicas y tecnologías modernas, nos muestran los hechos con mayor veracidad, que nos permiten ver la profundad del bache. son hechos parte de nuestra memoria concreta y son más cercanas que las otras etapas de nuestra historia.
Es cierto, la gente siente mucha desazón de la política, porque se esperó algo mejor para el futuro de nuestros hijos y la nación. No podemos negar que la población ha vivido una especie de frustraciones sucesivas que le hacen desconfiar de las posibilidades de desarrollo del país. Sus efectos pueden generar una especie de impotencia colectiva, incapaz de encontrar soluciones más inmediatas a los problemas del país. Los psicólogos sociales nos pueden dar mejores luces al respecto.
Es común oír en la calle, que todos los políticos son iguales de malos. Se ha llegado a perder el horizonte y la esperanza. A un importante sector social no les importa hipotecar el destino de la nación a fuerzas con poca identidad con nuestra historia, o autoritarias o corruptas.
No podemos olvidar la sistemática despolitización generada en la década de los 90, con una educación superior cada vez más secuestrada por su “tecnicismo” pero peligrosamente distante de la política o la gobernanza. Si somos responsables no podemos prescindir de la política que es el abono natural que contribuye a la construcción de una ciudadanía plena con ideas y pensamientos orientados a la construcción social y gobernabilidad. Por tal razón, preocupa que los centros superiores no contribuyan a la formación cívica y ciudadana de los estudiantes, preparados para asumir un rol político más dinámico y de movilización social que la democracia nos exige. No quiero decir, que esa formación política es privativa solo a las universidades y la educación superior, por ningún motivo. Sería negar el papel de la autodidaxia y la práctica social en la maduración de las ideas políticas como el caso de Mariátegui, Vallejo, Arguedas, y otros.
En este proceso de encontrar responsables de la crisis política, estamos más prestos a mirar la viga en ojo ajeno. Así no se construye futuro.
En aras de refrescar la memoria, para recuperar la consciencia política, es clave recordar algunos hechos que nos ayuden a reflexionar, y afirmar el camino desde la perspectiva democrática:
1.    La crisis de la izquierda se hacen más visibles a partir de la pérdida de institucionalidad y liderazgo, que tocó fondo en la década de los 80 y 90 del siglo pasado, por las divisiones generadas por las elecciones constituyentes de 1979 y las generales del 80. A este proceso abona la conducta aventurera de Sendero Luminoso, que desacreditó a todo lo que es propuesta socialista. En estas condiciones, la izquierda orgánica perdió la oportunidad para deslindar con esa farsa "revolucionaria" de sendero, y hasta hoy sigue cargando ese pasivo, para seguir siendo blanco de los ataques furibundos de la derecha tomando como referencia esos hechos de terror que afectó a grandes sectores populares. Además, ese endilgamiento de la derecha no fue rebatido con la solvencia teórica y práctico, que permita separar el rol de las izquierdas del fundamentalismo dogmático. Esa debilidad fue hábilmente aprovechada por los ideólogos de la derecha para arrinconar a la izquierda. Es más, la izquierda reservó su discurso cediendo influencia en las masas y bases naturales, dejando que los mismos fueran copadas por el asistencialismo gubernamental del fujimorismo que hasta hoy sabe conserva a pesar de su nefasta práctica.
2.    Con Belaunde y García, representantes de los dos gobiernos "democráticos" de los 80, no se articuló las condiciones básicas para construir un Estado sólido con gobierno ético y desarrollado. Se desembocó a una crisis generalizada provocada por el gobierno del APRA, máxime cuando se hirió a la derecha con la fracasada privatización de la banca, lo que exacerbó el discurso anti partido y contra las ideologías, de Mario Vargas Llosa, que llegó al extremo de "deslegitimar" el valor de los partidos políticos sembrando en la conciencia social que son “organizaciones tradicionales” sinónimo de atraso. Ese pensamiento individualista y falso libertario machacado por los grandes medios de comunicación, alejó a las masas de los partidos orgánicos, más aún, cuando las estructuras partidarias se convirtieron en endebles y sin capacidad de respuesta a esta corriente, que venía acompañado de tufillo de modernidad y la teoría del fin de las ideologías propugnada por Fukuyama y Tofler aprovechando la caída de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. En ese proceso, las universidades se enclaustraron en su ensimismamiento para dejar de ser germen de ideas y renovación natural lo que se agudizó con la intervención militar fujimorista. Es decir, las universidades dejaron de ser centro de ideas, debates y creación del pensamiento y el conocimiento.
3.    La irrupción en la política de los llamados independientes se concreta con Fujimori. Apoyado casi por todos los partidos políticos maltratados o ensacados como tradicionales por Mario Vargas Llosa, gana en la   segunda vuelta de las elecciones del 90 y establece un gobierno echando mano a cuadros "técnicos" de la derecha incluyendo a algunos de Izquierda como Gloria Helfer en Educación. La crisis llevó a la ingobernabilidad y confrontación con el congreso de la república; pero echando mano al apoyo de las fuerzas armadas, decide cercenar la débil democracia, con un Autogolpe de Estado para instaurar el autoritarismo y su secuela de corrupción posterior. Este autogolpe logra contar con alto apoyo popular. Así empieza la moda de los independientes en política, en Lima, Ricardo Belmont es el primer elegido. Así se instala en la conciencia de la gente que los mejores son los independientes. Aprobado la nueva constitución del 93 y todo lo que vino más adelante es historia conocida. Un "partido independiente" no rinde cuentas y además se convierte en instrumento de fácil manipulación y control del Estado, pero para fuera es visto como sinónimo de pluralismo y uso pleno de la democracia ciudadana. Se logra promover la organización de partidos locales a nivel nacional para pugnar por gobiernos municipales, lo que ahondó el desmembramiento de los partidos políticos, pero casi controlado por el gobierno para sus fines y objetivos mayores. A mediano plazo se degeneró llegando al extremo del transfuguismo y el uso de fondos de lavado de activos, narcotráfico, corrupción y otros para direccionar en función a las necesidades de la dictadura. Pocos fueron las organizaciones políticas y líderes que resistieron este embate, pero las sucesivas campañas mediáticas de demolición fueron debilitando su estructura, autonomía e institucionalidad, reduciendo a muchos de ellos solo a su núcleo duro de dirección.
4.    Esta etapa de crisis de institucionalidad política del periodo, que aún sobre vive, fue aprovechada para la creación de nuevos partidos políticos "independientes". En cuanto al partido del fujimorismo cambió de nombre muchas veces, con la sencilla razón de aparecer como novedad ante el pueblo y captar su apoyo para satisfacer los intereses mezquinos del círculo del poder, es más, crearon organizaciones paralelas gemelas para manipular la voluntad popular; y sucumbir en el pragmatismo falaz de la corrupción y aprovechamiento de los recursos del Estado, instalándose en la conciencia social esa frase de vergüenza "roba pero hace obras".
5.    Un aspecto poco tomado en cuenta en el fortalecimiento de un partido político es la necesidad de contar con 1) Un proyecto y un programa a largo plazo, 2) Una vida orgánica institucionalizada con presencia nacional, 3) Un estatuto que regule su funcionamiento y el control a la militancia en el marco de sus principios rectores, y 4) Tener participación movilizada en la arena política nacional que le permita influir en la opinión pública con su proyecto y tener sostén social en caso de ser gobierno.
Condiciones que es incapaz de sostener una organización "independiente", porque ese modelo de organización, aparece y desaparece en función a su líder o dueño de la membresía. Es la expresión del individualismo exacerbado y caudillismo.
6.    Los principios no se negocian, una organización se debe a la inspiración de lo colectivo, al uso democrático y centralizado de sus estatutos. Las alianzas se construyen sobre ese cimiento; pero de un tiempo aquí, la realidad es otra. Se impone la angurria triunfalista o el pragmatismo. Por esa razón vemos unidades contranaturas como del APRA-PPC, o Keiko-Huaroc, o la frustrada unidad de Urresti-Villarán; donde las motivaciones no son objetivos políticos definidos orgánicamente sino aspiraciones personales que parten de la creencia que el electorado solo sirve para elegirlos. En esa medida, urge una reforma política real y a las izquierdas, coherencia con su discurso de organizar al pueblo.
La experiencia electoral que hoy vivimos nos muestra una radiografía política interesante y en quiebre. Los medios de comunicación masiva reemplazan la labor política organizada, es conocido sus bondades de efectividad para la propaganda, pero no reemplazan el contacto directo del líder con las masas. En este quiebre, encontramos también el comportamiento dadivoso de los candidatos para captar adherentes, hecho que menoscaba el discurso político e impone el pragmatismo interesado, una ley puede regular, pero la trampa es también poderosa. Otro elemento a tomar en cuenta es el uso de la mentira como propaganda política, dejando en el imaginario colectivo que el político miente, y por tanto, la población está más proclive a creer a un independiente o “técnico” que al político, es decir, la incoherencia de algunos líderes políticos se instala como verdades absolutas, desacreditando a la práctica política para ser considerado como el arte de gobernar y hacerlo bien.
8.    Los hechos descritos en breve y no siendo todo, plantea a la izquierda la necesidad de recuperar su discurso con un lenguaje claro, sencillo y de fácil comprensión. Es preciso convertir el local y los espacios de los partidos políticos en verdaderos centros de debate de propuestas de interés para la población y recuperar la democracia plena, la dignidad nacional, la construcción de un proyecto de país con ética, la paz con justicia social, el desarrollo pleno orientado al socialismo; pero también un deslinde claro con el izquierdismo aventurero. 
Nuestras convicciones políticas deben ser enarbolados no solo en el discurso, sino, en la práctica. La política debe ser más práctica que teoría.
Lima, 27 de marzo del 2016

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