Haciendo Magisterio

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lunes, 7 de enero de 2019

¿LA NAVIDAD PERDIÓ SU ESPIRITUALIDAD PARA TRANSFORMARSE EN UN GRAN NEGOCIO? 
EL PERÚ DEBE SER UN ESTADO LAICO


No sólo para la Navidad, la radio y la televisión nos atiborra con mensajes subliminales para incitarnos a comprar algo. Los motivos sobran, o se inventan: ahí está el día de los enamorados, de la secretaria, de la madre, del padre, del abuelo, del niño; y si hacen falta, viene el día del pollo, del ceviche, del caucau, o del tamal. Para el mercado cualquier recurso vale, si ello sirve para hacer florecer sus negocios. No olvidemos, el mercado es el que manda, y eso dice el ministro de economía, dice el presidente de la república, nos dice el banquero y los que venden sus productos a incautos consumidores.
Es Todo un festín para malls, retails, y hasta para el negocio de la esquina, o de la paradita. Para ellos, estas celebraciones son una gran oportunidad para hacer platita.
A simple vista, la Navidad parece ser la fecha que desenfrena a todo el mundo. La publicidad incitándonos a comprar tal o cual regalo para celebrar el nacimiento del niño Jesús es atiborrante. Con indolencia se dice, “quien no regala no ama”. ¿Qué será de un padre que no puede poner un pan en la mesa de la noche de navidad?
Si sales a la calle, verás vitrinas con infinidad de ofertas, al alcance de las manos. Si no hay plata, para eso están las tarjetas de créditos. La primera cuota la puedes pagar en enero. Con tanta facilidad imposible no endeudarse. En nuestro imaginario, el comercio nos ha convencido que celebrar la Navidad es regalar algo a alguien.

Ahora bien… ¿Qué es la Navidad? ¿Quién verdaderamente se acuerda esa noche del nacimiento del niño Jesús? ¿Tiene sentido celebrar dicho nacimiento en medio de tanta violencia? ¿Tiene sentido adornar el portalito de Belén con lindas figuras, mientras la muerte ronda a miles de mujeres, a niños hambrientos y a pueblos amenazados con guerras por el petróleo y el poder? ¿Qué hacer frente a la contaminación y la destrucción del mundo? ¿Vale ser pomposo cuando son millones de trabajadores del mundo con salarios que no les alcanza para un pan, menos para un regalo? ¿Qué se celebra en realidad cuando el plástico, el vidrio y los juegos artificiales llenan nuestras calles? ¿se puede seguir hablando de amor, noche buena y de paz cuando en el mundo al parecer ya no se respeta el verdadero significado de dichas palabras?

Laicamente debemos convencernos de que el verdadero espíritu navideño es compartir en familia usando los recursos con modestia, humildad y respeto al ambiente. Que la paz y el amor sean traducidos a unión familiar. Debemos recordar el mensaje del maestro de Galilea, cuando dice que "por sus obras seréis salvo", y parafraseando a los buenos cristianos debemos afirmarnos a lo que se repite constantemente “que el nacimiento del niño Jesús y la presencia de Dios están en los corazones humildes y sinceros”. El tamaño ni calidad de los regalos hagan la diferencia, sea la nobleza de nuestros corazones la verdadera riqueza a compartir.
Que la navidad sea una fecha de goce espiritual y sentido de responsabilidad y ahorro. Evitemos que se pierdan los valores y el disfrute del verdadero sentimiento de los creyentes cristianos. Miremos al costado, y vivamos el mundo de los que ansían tener un pan en la mano, vivamos la navidad con más espiritualidad.
Y a estas horas ¿Cuántos están corriendo en la búsqueda de un regalo?

Lima, 23 de diciembre del 2018
Profesor Pablo Heli Ocaña Alejo
Fuente:
http://www.grupotortuga.com/La-Navidad-Entre-Santa-Claus-y-…https://www.elcomercio.com/…/navidad-feliz-economia-ecuador…

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