LA COHERENCIA COMO
PRÁCTICA POLÍTICA PERMANENTE
La crisis
de la política peruana es histórica. Junto a la república, nació endémica. La
historia nos muestra ejemplos innumerables de gobiernos civiles o militares con
sellos de corrupción, entreguismo, transfuguismos y actuación sin principios ni
identidad patriótica. Es decir, ausencia de vocación política.
Como es lógico, la crisis de nuestro tiempo nos hace sentir
que es muy grave. La investigación con técnicas y tecnologías modernas, nos
muestran los hechos con mayor veracidad, que nos permiten ver la profundad del
bache. son hechos parte de nuestra memoria concreta y son más cercanas que las
otras etapas de nuestra historia.
Es
cierto, la gente siente mucha desazón de la política, porque se esperó algo
mejor para el futuro de nuestros hijos y la nación. No podemos negar que la
población ha vivido una especie de frustraciones sucesivas que le hacen desconfiar
de las posibilidades de desarrollo del país. Sus efectos pueden generar una especie
de impotencia colectiva, incapaz de encontrar soluciones más inmediatas a los
problemas del país. Los psicólogos sociales nos pueden dar mejores luces al
respecto.
Es común
oír en la calle, que todos los políticos son iguales de malos. Se ha llegado a
perder el horizonte y la esperanza. A un importante sector social no les
importa hipotecar el destino de la nación a fuerzas con poca identidad con
nuestra historia, o autoritarias o corruptas.
No
podemos olvidar la sistemática despolitización generada en la década de los 90,
con una educación superior cada vez más secuestrada por su “tecnicismo” pero
peligrosamente distante de la política o la gobernanza. Si somos responsables
no podemos prescindir de la política que es el abono natural que contribuye a
la construcción de una ciudadanía plena con ideas y pensamientos orientados a
la construcción social y gobernabilidad. Por tal razón, preocupa que los
centros superiores no contribuyan a la formación cívica y ciudadana de los
estudiantes, preparados para asumir un rol político más dinámico y de
movilización social que la democracia nos exige. No quiero decir, que esa
formación política es privativa solo a las universidades y la educación
superior, por ningún motivo. Sería negar el papel de la autodidaxia y la
práctica social en la maduración de las ideas políticas como el caso de
Mariátegui, Vallejo, Arguedas, y otros.
En este
proceso de encontrar responsables de la crisis política, estamos más prestos a
mirar la viga en ojo ajeno. Así no se construye futuro.
En aras
de refrescar la memoria, para recuperar la consciencia política, es clave
recordar algunos hechos que nos ayuden a reflexionar, y afirmar el camino desde
la perspectiva democrática:
1. La crisis de la izquierda se hacen más visibles
a partir de la pérdida de institucionalidad y liderazgo, que tocó fondo en la década
de los 80 y 90 del siglo pasado, por las divisiones generadas por las
elecciones constituyentes de 1979 y las generales del 80. A este proceso abona
la conducta aventurera de Sendero Luminoso, que desacreditó a todo lo que es
propuesta socialista. En estas condiciones, la izquierda orgánica perdió la
oportunidad para deslindar con esa farsa "revolucionaria" de sendero,
y hasta hoy sigue cargando ese pasivo, para seguir siendo blanco de los
ataques furibundos de la derecha tomando como referencia esos hechos de terror
que afectó a grandes sectores populares. Además, ese endilgamiento de la
derecha no fue rebatido con la solvencia teórica y práctico, que permita
separar el rol de las izquierdas del fundamentalismo dogmático. Esa debilidad fue
hábilmente aprovechada por los ideólogos de la derecha para arrinconar a la
izquierda. Es más, la izquierda reservó su discurso cediendo influencia en las
masas y bases naturales, dejando que los mismos fueran copadas por el
asistencialismo gubernamental del fujimorismo que hasta hoy sabe conserva a
pesar de su nefasta práctica.
2. Con Belaunde y García, representantes de los
dos gobiernos "democráticos" de los 80, no se articuló las
condiciones básicas para construir un Estado sólido con gobierno ético y
desarrollado. Se desembocó a una crisis generalizada provocada por el gobierno
del APRA, máxime cuando se hirió a la derecha con la fracasada privatización de
la banca, lo que exacerbó el discurso anti partido y contra las ideologías, de
Mario Vargas Llosa, que llegó al extremo de "deslegitimar" el valor
de los partidos políticos sembrando en la conciencia social que son
“organizaciones tradicionales” sinónimo de atraso. Ese pensamiento
individualista y falso libertario machacado por los grandes medios de
comunicación, alejó a las masas de los partidos orgánicos, más aún, cuando las
estructuras partidarias se convirtieron en endebles y sin capacidad de
respuesta a esta corriente, que venía acompañado de tufillo de modernidad y la
teoría del fin de las ideologías propugnada por Fukuyama y Tofler aprovechando
la caída de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. En ese proceso,
las universidades se enclaustraron en su ensimismamiento para dejar de ser
germen de ideas y renovación natural lo que se agudizó con la intervención
militar fujimorista. Es decir,
las universidades dejaron de ser centro de ideas, debates y creación del
pensamiento y el conocimiento.
3. La irrupción en la política de los llamados
independientes se concreta con Fujimori. Apoyado casi por todos los
partidos políticos maltratados o ensacados como tradicionales por Mario Vargas
Llosa, gana en la segunda vuelta de las elecciones del 90 y
establece un gobierno echando mano a cuadros "técnicos" de la derecha
incluyendo a algunos de Izquierda como Gloria Helfer en Educación. La crisis
llevó a la ingobernabilidad y confrontación con el congreso de la república;
pero echando mano al apoyo de las fuerzas armadas, decide cercenar la débil
democracia, con un Autogolpe de Estado para instaurar el autoritarismo y su
secuela de corrupción posterior. Este autogolpe logra contar con alto apoyo
popular. Así empieza la moda de los independientes en política, en Lima,
Ricardo Belmont es el primer elegido. Así se instala en la conciencia de la
gente que los mejores son los independientes. Aprobado la nueva constitución
del 93 y todo lo que vino más adelante es historia conocida. Un "partido
independiente" no rinde cuentas y además se convierte en instrumento de
fácil manipulación y control del Estado, pero para fuera es visto como sinónimo
de pluralismo y uso pleno de la democracia ciudadana. Se logra promover la
organización de partidos locales a nivel nacional para pugnar por gobiernos
municipales, lo que ahondó el desmembramiento de los partidos políticos, pero
casi controlado por el gobierno para sus fines y objetivos mayores. A mediano
plazo se degeneró llegando al extremo del transfuguismo y el uso de fondos de
lavado de activos, narcotráfico, corrupción y otros para direccionar en función
a las necesidades de la dictadura. Pocos fueron las organizaciones políticas y
líderes que resistieron este embate, pero las sucesivas campañas mediáticas de
demolición fueron debilitando su estructura, autonomía e institucionalidad,
reduciendo a muchos de ellos solo a su núcleo duro de dirección.
4. Esta etapa de crisis de institucionalidad
política del periodo, que aún sobre vive, fue aprovechada para la creación de
nuevos partidos políticos "independientes". En cuanto al partido del
fujimorismo cambió de nombre muchas veces, con la sencilla razón de aparecer
como novedad ante el pueblo y captar su apoyo para satisfacer los intereses
mezquinos del círculo del poder, es más, crearon organizaciones paralelas
gemelas para manipular la voluntad popular; y sucumbir en el pragmatismo falaz
de la corrupción y aprovechamiento de los recursos del Estado, instalándose en
la conciencia social esa frase de vergüenza "roba pero hace obras".
5. Un aspecto poco tomado en cuenta en el
fortalecimiento de un partido político es la necesidad de contar con 1) Un proyecto
y un programa a largo plazo, 2) Una vida orgánica institucionalizada con
presencia nacional, 3) Un estatuto que regule su funcionamiento y el control a
la militancia en el marco de sus principios rectores, y 4) Tener participación
movilizada en la arena política nacional que le permita influir en la opinión
pública con su proyecto y tener sostén social en caso de ser gobierno.
Condiciones
que es incapaz de sostener una organización "independiente", porque
ese modelo de organización, aparece y desaparece en función a su líder o dueño
de la membresía. Es la expresión del individualismo exacerbado y caudillismo.
6. Los principios no se negocian, una organización
se debe a la inspiración de lo colectivo, al uso democrático y centralizado de
sus estatutos. Las alianzas se construyen sobre ese cimiento; pero de un tiempo
aquí, la realidad es otra. Se impone la angurria triunfalista o el pragmatismo.
Por esa razón vemos unidades contranaturas como del APRA-PPC, o Keiko-Huaroc, o
la frustrada unidad de Urresti-Villarán; donde las motivaciones no son
objetivos políticos definidos orgánicamente sino aspiraciones personales que
parten de la creencia que el electorado solo sirve para elegirlos. En esa
medida, urge una reforma política real y a las izquierdas, coherencia con su
discurso de organizar al pueblo.
La
experiencia electoral que hoy vivimos nos muestra una radiografía política
interesante y en quiebre. Los medios de comunicación masiva reemplazan la labor
política organizada, es conocido sus bondades de efectividad para la
propaganda, pero no reemplazan el contacto directo del líder con las masas. En
este quiebre, encontramos también el comportamiento dadivoso de los candidatos para
captar adherentes, hecho que menoscaba el discurso político e impone el
pragmatismo interesado, una ley puede regular, pero la trampa es también
poderosa. Otro elemento a tomar en cuenta es el uso de la mentira como
propaganda política, dejando en el imaginario colectivo que el político miente,
y por tanto, la población está más proclive a creer a un independiente o
“técnico” que al político, es decir, la incoherencia de algunos líderes
políticos se instala como verdades absolutas, desacreditando a la práctica
política para ser considerado como el arte de gobernar y hacerlo bien.
8. Los hechos descritos en breve y no siendo todo,
plantea a la izquierda la necesidad de recuperar su discurso con un lenguaje
claro, sencillo y de fácil comprensión. Es preciso convertir el local y los
espacios de los partidos políticos en verdaderos centros de debate de propuestas
de interés para la población y recuperar la democracia plena, la dignidad
nacional, la construcción de un proyecto de país con ética, la paz con justicia
social, el desarrollo pleno orientado al socialismo; pero también un deslinde
claro con el izquierdismo aventurero.
Nuestras convicciones políticas deben ser
enarbolados no solo en el discurso, sino, en la práctica.
La política debe ser más práctica que teoría.
Lima, 27 de marzo del 2016